Hecho clave:
A medida que las mujeres continúan ascendiendo en posiciones de poder, su influencia se hace más evidente en la transformación de instituciones de educación superior. El liderazgo femenino es vital para la creación de entornos educativos equitativos, inclusivos y exitosos.
El liderazgo femenino en la educación superior es clave en los cambios significativos de las instituciones. Entre otras razones, las mujeres aportan perspectivas y enfoques únicos a la administración, suelen enfatizar la colaboración, la inclusión y el bienestar de la comunidad educativa; aspectos esenciales para crear un entorno de aprendizaje positivo y productivo. Además, la presencia de mujeres en posiciones de poder sirve como modelo inspirador para las estudiantes, alentándolas a aspirar a roles de liderazgo y a romper barreras de género.
Asimismo, las mujeres líderes tienden a abogar por políticas que benefician a todos los miembros de la comunidad educativa, incluyendo iniciativas para la igualdad de género, programas de mentoría y apoyo para el desarrollo profesional de otras mujeres. Sin embargo, las mujeres en la administración de la educación superior enfrentan numerosos desafíos como el sesgo de género, manifestado en la forma de estereotipos y prejuicios inconscientes. Estos sesgos pueden dificultar el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo y afectar su percepción y valoración dentro de la institución.
Otro desafío es el equilibrio entre la vida profesional y personal. Las exigencias de los roles de liderazgo pueden ser intensas y, a menudo, las mujeres deben armonizar estas responsabilidades con las demandas familiares y personales. Aunque esta es una dificultad común en muchas profesiones, en el ámbito de la educación superior, donde los horarios y las expectativas pueden ser particularmente exigentes, este equilibrio se convierte en un reto aún mayor.
Además, las mujeres en posiciones de liderazgo pueden enfrentar resistencia o falta de apoyo de sus colegas y subordinados. Esto puede crear un entorno de trabajo hostil o poco colaborativo, lo que dificulta la implementación de cambios y la efectiva gestión de la institución.
Según datos sobre el liderazgo femenino en las universidades de todo el mundo, la panorámica general que se obtiene es la de una escasez de mujeres en la cúspide. Las mujeres están sobrerrepresentadas entre el personal docente de los niveles educativos inferiores, mientras que su presencia es notablemente menor en la educación secundaria superior y en la educación superior (UNESCO, 2020). En América Latina, según las cifras de una encuesta realizada en 2020, por el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO, solo el 18 % de las universidades públicas de la región tienen rectoras. El resultado se obtuvo de una muestra de nueve países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú y Venezuela. Sin embargo, aunque esta cifra parece baja, la situación es mejor en comparación con la de Europa, donde se reportaba en el 2020 que el 15 % de los rectores de las universidades miembros de la Asociación Europea de Universidades en 48 países eran mujeres, frente al 85 % de hombres (UNESCO IESALC, 2020).
En El Salvador, las mujeres han comenzado a ocupar más posiciones de liderazgo en universidades y otras instituciones de educación superior. A nivel de rectorías, vicerrectorías, decanatos y direcciones administrativas, se ha visto un aumento en la representación femenina. Tanto la Universidad de El Salvador (UES) como otras instituciones privadas han comenzado a reconocer el valor del liderazgo femenino, nombrando a mujeres en posiciones clave que influyen en la toma de decisiones y la dirección estratégica. De las 40 IES, se reportan 5 Rectoras en 24 universidades (21%), 3 directoras en 11 Institutos Especializados (27%) y 1 directora en 5 Institutos Tecnológicos (20%). (DNES, 2022). Un total de 9 IES dirigidas por mujeres, lo que representa en general el 22%.
La información registrada a nivel regional y nacional indica que cuanto más alto es el cargo académico, menor es la representación de las mujeres.
El futuro del liderazgo femenino en la educación superior parece prometedor, pero requiere esfuerzos continuos para superar los obstáculos existentes. Es esencial implementar políticas que fomenten la equidad de género, como capacitación en sesgos inconscientes, programas de mentoría y estructuras de apoyo que faciliten la conciliación entre la vida laboral y personal.
Asimismo, promover una cultura de inclusión y respeto, donde las mujeres se sientan valoradas y apoyadas. Esto no solo beneficiará a las mujeres líderes, sino que también mejorará el entorno académico y administrativo para todos los miembros de la comunidad educativa.