La consolidación de la democracia salvadoreña tiene como principal desafío, la lucha contra la corrupción. Después de décadas de implementar políticas públicas exiguas, para reducir la discriminación social y económica, la escalada de múltiples expresiones de violencia irracional, elecciones y alternancia en el poder de gobiernos populistas; sigue siendo el combate contra la putrefacción en el ejercicio de la administración púbica la asignatura pendiente que los ciudadanos perciben y sienten de entre el conjunto de “beneplácitos” que prometió el advenimiento de la reforma sociopolítica adyacente al pacto de paz que dio fin al conflicto armado.